viernes, 12 de octubre de 2012

perdon.solidaridad amar a dios sobre todas las cosas.

¿Qué es el Perdón?


El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió. El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no hubo pecado. Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan perdonados. ¿Qué es el pecado sino una idea falsa acerca del Hijo de Dios? El perdón ve simplemente la falsedad de dicha idea y, por lo tanto, la descarta. Lo que entonces queda libre para ocupar su lugar es la Voluntad de Dios.
Un pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. La mente se ha cerrado y no puede liberarse. Dicho pensamiento protege la proyección, apretando aún más sus cadenas de manera que las distorsiones resulten más sutiles y turbias; menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón. ¿Qué puede interponerse entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada meta?
Un pensamiento que no perdona hace muchas cosas. Persigue su objetivo frenéticamente, retorciendo y volcando todo aquello que cree que se interpone en su camino. Su propósito es distorsionar, lo cual es también el medio por el que procura alcanzar ese propósito. Se dedica con furia a arrasar la realidad, sin ningún miramiento por nada que parezca contradecir su punto de vista.
El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. Simplemente observa, espera y no juzga. El que no perdona se ve obligado a juzgar, pues tiene que justificar el no haber perdonado. Pero aquel que ha de perdonarse a sí mismo debe aprender a darle la bienvenida a la verdad exactamente como ésta es.
No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Protector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente triunfarás. Él ya te ha perdonado, pues ésa es la función que Dios le encomendó. Ahora tú debes compartir Su función y perdonar a aquel que Él ha salvado, cuya inocencia Él ve y a quien honra como el Hijo de Dios.

Solidaridad


La solidaridad es una de los valores humanos por excelencia, del que se espera cuando un otro significativo requiere de nuestros buenos sentimientos para salir adelante. En estos términos, la solidaridad se define como la colaboración mutua en la personas, como aquel sentimiento que mantiene a las personas unidas en todo momento, sobretodo cuando se vivencia experiencias difíciles de las que no resulta fácil salir.
Debido al verdadero significado de la solidaridad no es de extrañarse que escuchemos este término con mayor frecuencia cuando nos encontramos en épocas de guerra o de grandes de sastres naturales. De este modo, gracias a la solidaridad es posible brindarle una mano a aquellos que resultan menos favorecidos con este tipo de situaciones.
Como vemos, la solidaridad es más que nada un acto social, una acción que le permite al ser humano mantener y mantenerse en su naturaleza de ser social. Debido a lo anterior es que resulta fundamental fomentar y desarrollar la solidaridad en todas sus aristas, ya que no sólo será necesario llevar a cabo las acciones de las que se requerirá en momentos de guerra o desastres naturales, sino que será fundamental de aplicar cuando alguno de nuestros seres queridos, ya sean amigos o familiares, tengan algún problema en el que nuestra ayuda o compañía sean un aporte para mejorar en cierto modo la situación.


Amar a dios sobre todas las cosas

Existe un solo Dios, Creador de todas las cosas. El primer deber del hombre es reconocerlo como su Dios y Creador, darle gloria y el culto debido, amarlo. Amamos a Dios sobre todas las cosas cuando le obedecemos sin condiciones y estamos dispuestos a perderlo todo antes que ofenderlo.
Este es un mandamiento del cual poco nos confesamos y no obstante, ¡cuántos desamores cometemos! Hay que amar a Dios con todo el corazón y con toda el alma, como corresponde a nuestra condición de hijos de Dios.
La Palabra de Dios nos revela a Dios como nuestro único bien, el que por amor nos ha creado y nos perdona la infinidad de veces que le fallamos. Ante Él somos capaces de reconocer nuestras grandezas y miserias, por lo que nuestra plena felicidad la encontramos solo en Él en la medida en que lo amamos con todas nuestras fuerzas.


El amor a Dios, se realiza cuando aceptamos y adoramos su presencia en nuestras vidas, en nuestro ser y hacer, cuando está presente en todas nuestras actividades y en su nombre las realizamos.

Lo amamos cuando lo reconocemos en la naturaleza, en el amanecer o atardecer, que día con día el mismo nos permite ver, así también cuando lo aceptamos como nuestro creador, nuestro único y sumo bien, donde vivimos, existimos y morimos, con la esperanza de la resurrección.





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